Como buscando abrirse paso por entre los imponentes paredones de rocas volcánicas del cañadón serpentea el curso superior del Río Pinturas que se desliza por un cañadón de 170 metros de profundidad, que nace en la meseta del lago Buenos Aires, en el noroeste de la provincia de Santa Cruz, Rep. Arg.
El paisaje deslumbra cuando el sol resbala por las escarpadas paredes rocosas y el viajero se deja conducir por los diferentes senderos para alcanzar la Cueva de las Manos, escenario de una de las más profusas y fascinantes expresiones de arte rupestre del país considerada la más importante porque allí se encuentra la mayor cantidad de pinturas, en su mayoría improntas de manos y representaciones de siluetas de guanacos, escenas de cacerías y figuras geométricas.
Las siluetas de las manos que han sido realizadas “calcando” la mano, dieron por primera vez al hombre la idea de la creación y le sugirieron la posibilidad de algo inanimado y artificial como semejanza al todo original y auténtico.
La característica más peculiar de estos dibujos naturalistas es su ofrenda a la impresión visual de una manera directa y pura, libre de añadidos o restricciones intelectuales. Estos pintores eran capaces de ver simplemente con los ojos.
La incursión de la presidenta por la Cueva de las Manos, le generó la necesidad de comunicar, estrechar, dar, recibir, abrazar, acariciar, contener, sostener y eso la inspiró para desarrollar los puntales de la Institución.

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